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Enamorándome de mi esposa provisoria novel Chapter 119

Capítulo 119

Al escuchar las palabras de Christopher, Kathleen se sintió conmovida. Sin embargo, pensó que estaba siendo demasiado arrogante.

Ella no podia sentir lo mismo que el

Lo intento, pero su corazón no la escuchó.

Por supuesto, ella podia decir que Christopher era enserio un buen hombre. Quizás era porque era demasiado bueno para Kathleen, asi que no queria tratarlo de esa manera. Era demasiado cruel para Christopher.

Christopher le acarició la cabeza.

– Kate, no pienses demasiado. No estoy tratando de forzarte. Sólo me preocupa que malinterpretes mi relación con Astrid. No hay nada entre nosotros, te lo prometo. Aunque tuvimos un compromiso en el pasado. sólo nos hemos visto unas pocas veces. Además, cancelamos el compromiso hace tiempo.

Kathleen le miró con emoción desbordada.

-Chris, gracias por hacerme sentir segura.

Christopher sonrió.

-Entonces duerme bien con esta sensación de seguridad.

-De acuerdo. – Kathleen asintió y cerró los ojos.

Christopher se quedó mirando su cara dormida. Sus labios se curvaron mientras su mano seguia sosteniendo la de Kathleen. Ella no lo apartó.

«Quizá Kathleen sienta algo por mí. Es sólo porque ha sido herida en una relación antes, asi que se ha vuelto muy cuidadosa con el amor. Por eso me rechaza una y otra vez. No pasa nada. Puedo esperar. Esperaré hasta el dia en que ella deje de lado el pasado por completo».

Al otro lado de la puerta, Samuel escuchó la conversación entre ellos en la habitación, y su mirada se ensombreció. Salió mientras llevaba las cosas en la mano.

John le miró, desconcertado.

-¿Sr. Macari?-llamó tímidamente.

– Dale esto a Kathleen. -Después de que Samuel le pasara las cosas en la mano a John, se dio la vuelta y se alejó.

John miró las cosas que tenía en la mano y frunció un poco el ceño.

Samuel condujo solo y se dirigió a la orilla del mar. Cuando llegó, se bajó del coche. Estaba fumando un cigarrillo mientras la fria brisa del mar lo golpeaba.

Se dijo a si mismo que debía mantener la calma y la racionalidad.

La confesión de Christopher no fue nada ya que Kathleen no la aceptó. Sin embargo, Samuel sabia que el corazón de Kathleen habia flaqueado.

Christopher cra mejor que Samuel en muchos aspectos. Cuando había un malentendido, Christopher se lo explicaba a Kathleen pan darle una sensación de seguridad. En eso, Samuel había perdido con él.

Kathleen se resistió tanto a Samuel que tuvo que forzar cada oportunidad para acercarse a ella.

«Ya no soy parte del mundo de Kathleen. Ya no…>>

Tos! ¡Tos!

Samuel comenzó a toser y Tyson se acercó rápido a él.

-;Sr. Macari! – gritó Tyson.

En ese momento dejó caer un abrigo sobre Samuel.

-Sr. Macari, por favor, deje de torturarse asi. Su cuerpo no puede soportarlo -dijo preocupado.

-Está bien-respondió Samuel con indiferencia.

-Sr. Macari, sé que está desesperado por perseguir el corazón de la Sra. Macari. Sin embargo, si su cuerpo está agotado. ¡Christopher ganará sin luchar! -añadió Tyson.

-Tyson, si estoy muerto, ¿crees que Kathleen se sentirá triste por mi? Años después, ¿se acordará de mi? – preguntó Samuel en voz baja y ronca.

-Señor Macari, usted no morirà -respondió Tyson, sintiendo amargura en su corazón.

Tyson sabia que Samuel tenia el corazón roto y se arrepentia de todo lo que había hecho en el pasado. Sin embargo, Kathleen también estaba muy herida. Nada podria cambiarse a menos que pudieran viajar en el tiempo.

Esperaba de verdad que Kathleen y Samuel pudieran ser felices.

– No se acordará de mi, ¿verdad? Tal vez se sienta complacida y satisfecha -dijo Samuel, con la voz entrecortada. Continuo-: Tyson, me gusta mucho. En verdad…

Antes de que pudiera terminar, Samuel se derrumbó en los brazos de Tyson.

–¡Sr. Macari! – Tyson entró en pánico.

«¿Qué debo hacer?

A medianoche, cuando Kathleen se despertó, Christopher se había ido a casa.

Todavia se sentia mal.

Tras bajarse de la cama, se cambió de ropa, se puso el sombrero y la máscara y salio sola de su residencia.

Queria ir al hospital pero no queria molestar a nadie. Por lo tanto, llamó a un taxi y vino al hospital.

Cuando llego, se dirigió al mostrador para registrarse.

En ese momento, Tyson, que acababa de llevar a Samuel al hospital, salió del ascensor. Se quedó atónito cuando vio a Kathleen.

– Srta Johnson? Es usted de verdad! –Tyson llamó mientras caminaba hacia Kathleen.

Los ojos llorosos de Kathleen estaban algo cnrojecidos debido a su fiebre.

-¿St. Hackney?

-Sra. Johnson, ¿qué ocurre? -preguntó Tyson preocupado.

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